Lo conocí en el punto más bajo de mi vida. Yo estaba con el corazón destrozado, la autoestima desinflada, sin perspectivas de trabajo, sin lugar para vivir y sin dinero. Totlmente quebrada como ser humano. Tenía 27 años.

Cundo nuestras miradas se cruzaron en el comedor de empleados en el Hotel King Solomon en Eilat, sin saber, yo ya sabía, algo estaba a punto de acontecer.

En alguna de nuestras primeras conversaciones el me contó que estaría viajando con un grupo de amigos para Egipto en algunos días…quieres venir? me dijo…Y bueno… yo ya estaba tan perdida en la vida que le dije que sí….

A las 3 semanas de conocerlo celebré mi cumpleaños 28 con én en El Cairo, tierras exoticas, comida simple, aventuras inolvidables…y yo sentía una luz por dentro, una esperanza renaciendo.

Pasábamos noches enteras conversando, mis heridas estaban muy abiertas y el siempre respetó el espacio que yo necesitaba para sanarlas, nunca quiso saber nada más de lo que yo estaba dispuesta hablar, nunca hubo reproches…nada! Como si supieramos que el tiempo todo lo iba a curar y las cosas que nos hicieron daño en algún momento se irían convirtiendo en sombras del pasado.

No, el nunca fué la pasión desenfrenada, ni la historia de amor de telenovela, ni el príncipe de mi historia. él es el agua fresca de mi desierto, mi lugar de descanso, mi lago de agua dulce, la piedra que me sostiene cuando no tengo fuerzas, mi punto de apoyo, la persona que me aprecia cuando me quito todas mis máscaras. Mi autenticidad cruda se encontró con la aceptación total. Aqui no hay agua con azúcar, aquí hay dos personas reales, llenas de defectos concientemente creando una vida juntos.

Y ese es el secreto de una relación estable: Escoger todos los días querer estar presente!

 

 

 

 

Bebita Emprendedurismo

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *